De la vida y las extremidades, líos apestosos, y Ki Tissa

El otro día, mi teléfono celular cayó en un contenedor de compost.

Hay un nuevo programa de compostaje en la ciudad de Nueva York.

¡Hace unas semanas, mi esposo notó un contenedor en nuestra esquina!

Estaba tan emocionada por eso.

Quiero que todos en mi edificio aprendan a usarlo.

Entre los muchos problemas que tiene nuestro edificio, y nuestra ciudad, hay muchas alimañas, como cucarachas, las ratas, los ratones.

Es especialmente malo en el sótano.

Los inquilinos se quejan de lo mal que apesta ahí abajo.

Estoy bastante segura de que reducir la cantidad de basura maloliente en el sótano puede ayudar.

Tenemos una Asociación de Inquilinos, que ha hecho cosas asombrosas por nuestro edificio.

Recientemente asumí un nuevo rol en el comité directivo.

Uno de mis compañeros del comité directivo y yo hemos decidido convertir nuestro nuevo contenedor de compostaje en una campaña, por el bien de nuestro edificio y nuestra ciudad, y de una manera pequeña, por el bien de la Tierra.

Entonces, este contenedor: no es un contenedor de plástico negro normal, donde simplemente levantas la tapa y hurgas en un desorden apestoso.

No. Este es uno elegante, de metal, de color naranja brillante, de última generación, hecho para evitar que todo tipo de bichos entre, y prevenir que los humanos arrojen basura no hecho de comida botada.

Descargas la aplicación en tu teléfono, encuentras el contenedor más cercana a tu casa, haces “clic” para abrirlo, y literalmente, te da una luz verde.

Uno por uno, arrojas tus pequeñas cantidades de desperdicios de comida, porque la apertura es muy estrecha.

El otro día me encontré con una vecina cuando salía de casa con mi bolsa de papel llena de restos de comida.

Ella iba a la lavandería y como nos dirigíamos en la misma dirección, le pregunté si quería aprender a usar el compost.

Dijo que si queria.

Después de obtener la luz verde, coloqué con cuidado mi teléfono encima del contenedor, no en el agua de lluvia, sino en el borde lejos del agua.

Mientras colocaba mi primera bolsa dentro, mi mano golpeó el teléfono.

Como una película en cámara lenta, la vimos caer a las oscuras profundidades de abajo.

Empece a gritar.

Ambas gritamos.

Después de un poco de maldiciones y autoflataciones de mi parte por mi increíble estupidez, comenzamos a buscar soluciones frenéticamente.

¿Había números de teléfono para llamar?

Sí.

Pero nadie sabía nada. Nadie pudo ayudar.

Estábamos perdidas en el apestoso lío de la burocracia de la ciudad de Nueva York.

Eventualmente, sin embargo, toda una comunidad de personas se reunió alrededor de mi teléfono caído en un esfuerzo por recuperarlo.

Tiramos, empujamos, con todo tipo de implementos intentamos abrirlo, por supuesto, sin éxito.

Sin embargo, el superintendente de nuestro edificio fue el máximo héroe.

A pesar de muchas otras responsabilidades, se tomó el tiempo para ayudarme.

Tomó casi tres horas, pero finalmente llamó a un amigo que también es el supervisor de compostaje en Brooklyn.

Qué suerte tan increíble.

Diez minutos después de esa llamada telefónica, el compost estaba abierto y el teléfono regresó a su dueño (ese soy yo).

Era agotador.

Tenia que recordarme a mí misma en medio del pánico que esto no era la pérdida de una vida humana, ni era la pérdida de una extremidad, aunque creo que la mayoría de nosotros podemos relacionarnos con la sensación de que es, tanto nuestro vida y un miembro del cuerpo.

La forma en que fetichizamos nuestros teléfonos es una historia antigua a estas alturas; mucha gente los apoya sobre el pecho o la barriga como un bebé; entra el pánico si lo dejamos solo en casa... ¿cómo sobrevivirá sin nosotros?

Fetichizamos nuestros teléfonos de la misma manera que los israelitas fetichizan el becerro de oro en la parashá de esta semana;

“¡Haznos un dios!” le gritan a Aarón, “porque no sabemos qué ha sido de este Moisés; ¡Está tardando demasiado en bajar de esa montaña allá!

Entonces Aarón les dice que entreguen sus joyas de oro, las arroja al fuego y, abracadabra, sale un becerro hecho de oro.

Ahora celebran: bailando, comiendo, bebiendo.

En el corazón de este fetiche hay una profunda falta de fe, en Dios, pero quizás más aún en la humanidad; es Moisés, su héroe intrépido, quien los sacó de Egipto, de quien se quejan, no de Dios.

Dios le informa a Moisés: "¡Será mejor que te apresures!"

Cuando Moisés desciende con las tablas de piedra, con las leyes inscritas en el propio dedo de Dios, y ve lo que ha sucedido, las estrella contra el suelo con gran furia.

¿Cómo podría la gente traicionar su confianza?

¿Cómo podría su propio hermano Aaron traicionarlo?

No solo le preocupa al pueblo confiar en que Moisés regresará, ¿dónde está la fe de Moisés en su hermano y en el pueblo?

Aunque Aarón da una excusa poco convincente para hacer un "dios" para el pueblo, ¿Moisés no puede entender la ansiedad de Aarón o del pueblo?

Hablando de confianza y fe, muchos inquilinos de mi edificio se sienten desesperanzados y traicionados por nuestra empresa administradora.

Hay mucho cinismo sobre cuánto podemos cambiar las cosas, y tienen razón al no confiar en la empresa.

Poco a poco, los servicios han sido quitados lentamente, de la misma manera que lo fue Roe v. Wade, junto con muchas otras leyes y servicios que han protegido a los estadounidenses durante décadas, ¡leyes y protecciones que pensamos que estaban escritas en piedra!

En la reunión de la Asociación de Inquilinos a principios de esta semana, muchas personas expresaron su frustración y falta de fe en nuestra capacidad para hacer cambios.

Había mucha ira.

Una inquilina me dijo en privado que es muy cínica.

Pero la falta de fe se manifestó incluso antes de la reunión.

Estábamos poniendo volantes de la reunión debajo de las puertas, y me di cuenta y me pregunté en voz alta por qué no teníamos suficientes copias para todos los apartamentos.

"Ah, eso es porque 'tal y tal' decidió que no deberíamos molestarnos en invitar a los inquilinos que nunca vienen a las reuniones.”

Me sorprendió; “¿Por qué renunciarías a la gente? ¿Cómo lo sabes?"

En la reunión, cuando llego el momento en la agenda para hablar del compostaje, yo hable de nuestra capacidad de hacer una diferencia juntos de esta pequeña manera.

Me sorprendió recibir un gran grito negativo de una persona en el comité directivo: "¡No hará ninguna diferencia!"

Pero a pesar de la ira y el cinismo, todas estas personas se presentaron; no pueden haber perdido completamente la fe en la humanidad.

Y la que dijo que el compost no haría ninguna diferencia: ella está luchando por nuestro edificio, aunque parece creer que todos los humanos con los que tenemos que interactuar son malvados.

¿Y yo y mi teléfono?

Honestamente, la verdad es que todo el tiempo que mis vecinos y el superintendente, todo este equipo de personas, se unieron para ayudarme a recuperarlo, ya estaba yo buscando soluciones para un teléfono perdido para siempre en un desastre apestoso.

Pero estas personas, que podían relacionarse con la pérdida de un teléfono como si fuera una vida o una extremidad, nunca se rindieron, mientras yo estaba listo para hacerlo.

Fue sorprendente para mí que siguieran diciendo, con tanta seguridad: "Lo vamos a recuperar.”

¿Dónde estaba mi fe en los humanos tratando de ayudarme?

Cuando Moisés arroja y rompe las tablas, demuestra que ha perdido la fe en su pueblo.

Aunque Dios también está furioso, envía a Moisés de regreso para tallar un nuevo juego de tablas de piedra.

Tan enojado como está Dios, Dios no se ha dado por vencido con su pueblo; este es el mensaje de Dios al hacer que Moisés hiciera un nuevo juego de tablas.

Obviamente, mucha gente subestima la disposición de los demás para ayudar, y también nuestra capacidad para hacer que el cambio suceda, a pesar de los poderes aparentemente insuperables.

El pueblo de Israel no se da por vencido; sus protestas contra los esfuerzos del Primer Ministro por reformar el sistema judicial para su propio beneficio y control son fuertes y claras, y verdaderamente un ejemplo para nosotros.

No solo día tras día, sino semana tras semana, ¡no han parado!

Es gracioso para mi que la pregunta que la gente me hacía después de que les conté sobre mi teléfono era: "¿Estaba apestoso el teléfono después de estar en el contenedor de compost?"

No, en realidad, no lo fue.

Sé que el compost tiene que pudrirse para ofrecer alimento para que crezcan las plantas, pero el hedor es parte del proceso.

Ahí es donde estamos ahora.

Así que dejemos nuestro cinismo a un lado y veamos qué podemos hacer, cada uno a su manera pequeña o grande.

Y di Amén.

Juliet Elkind-Cruz

I am the Real Rabbi NYC because I will always be real with you. I am not afraid of the truth or of the Divine being present in all things. I bring you the beauty of Judaism while understanding and supporting you through the very real challenges—in your life and in the world. I officiate all life cycle events, accompanying you spiritually and physically. Maybe you’re spiritual but not religious, part of an interfaith family or relationship, need Spanish-speaking Jewish clergy, identify as LGBTQ, have felt rejected in Jewish spaces, are a Jew of Color or a Jew by Choice. Whatever your story, I want to hear it.

https://www.realrabbinyc.com
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