Alegría y Tortugas Mordedoras: Ki Tavo
Hoy es mi cumpleaños y estoy feliz, pero en realidad no es por eso que estoy feliz. La semana pasada no estaba feliz, y no porque no fuera mi cumpleaños. Fue porque sentía mucho dolor y también trataba de no sentirlo. Una amiga y colega estaba muriendo prematuramente en un período de tiempo increíblemente corto. Quería sentirme agradecida y feliz de estar viva, pero solamente me sentía triste.
Al igual que el dolor, la alegría es algo que no puedo controlar muy bien. Busco la alegría todos los días como parte de mi práctica espiritual, pero se siente muy difícil de alcanzar. Por lo general, solo surge de manera espontánea, pero siempre es un objetivo: vivir con alegría.
Esto es lo que se nos dice que debemos hacer para alabar a Dios. También lo dice en la lectura de la Torá de esta semana. Y quiero hacerlo por mi familia, porque cuando me siento mal, ellos se sienten mal, y también a mí, porque me facilita la vida un poco.
La parashá Ki Tavo es una continuación de la preparación de las semanas anteriores para "Entrar en la Tierra", "Ki Tavo --- Cuando entras…” Asi comienza. Parece que debería ser un momento alegre, porque los israelitas están a punto de entrar en la Tierra de la Leche y la Miel, pero es increíblemente doloroso de leer. Es solo una avalancha de maldiciones, advertencias de todas las cosas terribles que Dios traerá sobre nosotros si no andamos en los caminos de Dios. Mientras lo leía, era para mi como una serie de balas entrando en mi cuerpo, pow pow pow pow pow… Me hizo pensar en los disparos de la policía contra hombres y mujeres afroamericanos desarmados.
Luego de las maldiciones en la lectura de la semana están las bendiciones para contrarrestarlos. Si andas en los caminos de Dios ...
El domingo, por primera vez en seis meses, salí de la ciudad y pude estar junto a mi esposo, mis hijas, mi hermana y su hija, mi hermano gemelo y su familia, en su casa en el campo. Fue un día perfecto. El clima estaba perfecto, intercalado entre días nublados, tormentosos, húmedos y calurosos. Temperatura perfecta. Baja humedad. Soleado.
Pude ir a nadar en un arroyo de improviso con mi hermana. Primero pusimos un dedo de pie en el agua, y despues de un poco de debate, lansamos todo el cuerpo al agua fria y fresca. Fue increíblemente curativo.
Cuando regresamos a la casa, compartí la noticia con entusiasmo con mi sobrino. Sonrió irónicamente: "¡Eso es genial! ¿Viste la tortuga mordedora?”
Me alegro de que no vimos la tortuga mordedora. Me alegro de no haberme acordado de la tortuga mordedora o no me habría atrevido a tirarme al agua.
Después de este día idílico de clima perfecto, comida deliciosa (que mi hermano cocinaba a la parrilla), jugar y divertirse, y sin peleas (creo que esos días se acabaron. Esta generación más joven de mi familia parece haber descubierto lo que es importante, me alegra informar), nos bajamos del tren en la calle 125 en Harlem y, después de todo, tuvimos que enfrentarnos a la tortuga mordedora.
Mientras esperábamos un taxi, la falta de vivienda, los problemas de las drogas, la enfermedad mental, la negligencia y el racismo de nuestra sociedad pasaban por delante de la estación con nosotros, y fue realmente doloroso. Solo deseaba escapar de regreso al mundo idílico del que veníamos y sentir la alegría.
Esa es la lucha que se nos plantea todos los días: enfrentar el dolor que nos golpea constantemente, y hacer de nuestra sociedad un lugar de alegría para todos. Debemos escuchar el llamado del shofar (el cuerno de la oveja) diariamente durante este mes de Elul en preparación para el Año Nuevo. Es un llamado a despertar y hacer espacio para el cambio: en nosotros mismos, en la forma en que vivimos, en la forma en que tratamos a los demás y a la tierra.
Al mismo tiempo, se nos ordena encontrar la alegría, incluso en medio del dolor.
No soy ninguna santa. Parece que no puedo vivir en ese lugar de alegría, aunque lo intente. Desgraciadamente, soy demasiado humano.
Sin embargo, es otra intención que tengo para el Año Nuevo judío: estar realmente consciente y agradecida todos los días de estar viva, y encontrar la alegría en eso. En pocas palabras: cumplir el mandamiento de vivir con alegría, porque así alabamos a Dios.
A veces lo vislumbro, como este domingo pasado, y se queda conmigo un buen rato, como hoy. Sé que la tortuga mordedora está ahí de fondo, pero puedo optar por olvidar que está ahí por un momento para poder tener algo de paz.
Y eso está bien. Espero que todos podamos atrevernos a sumergir un dedo del pie, o lanzar el cuerpo a las alegres aguas, olvidándonos de la tortuga mordedora por al menos un rato. Por nuestro propio bien y por nuestras familias.
Feliz Elul.